Después de Teatro de guerra (2018), la polifacética artista Lola Arias amplía y profundiza su propuesta cinematográfica, donde realidad y ficción se entrelazan, para filmar un documental musical-carcelario-pop lleno de luz y dignidad. Reas se propone —y lo logra con creces— ir más allá del imaginario violento y oscuro del cine carcelario, humanizando las historias y rescatando los sueños de personas que han sido privadas de su libertad. En lugar de centrarse en las formas de supervivencia bajo la tiranía del más fuerte, Arias dirige su mirada hacia la conexión y el afecto que surgen gracias a la música, el baile y el juego entre mujeres cis y personas trans, quienes recrean historias personales y brillan frente a la cámara al apropiarse del escenario, aun sin ser actrices. Filmada en una cárcel abandonada con mujeres que ya habían cumplido su condena, la directora reconstruye el mundo penitenciario, proponiendo coreografías llenas de color y vitalidad, y creando canciones pop que nos invitan a soñar de Barcelona a Milán, mientras fantasea con futuros posibles al transformar el patio de la prisión en una playa con arena, palmeras y sombrillas. Reas es una evidencia absoluta de que el cine puede ser colectivo, humano, artístico, sincero y comprometido; sin ser pretencioso, ni un panfleto político soporífero.