En La noche del minotauro, como en cortos suyos anteriores, Juliana Zuluaga Montoya sigue aventurándose en espacios liminales y abriendo portales a mundos fabulados, utópicos, posibles. Aquí la narradora evoca el mundo de su abuela muerta, un pueblo con un faro en las montañas y extrañas criaturas que viven en el bosque. Para restituir a la abuela, Luz Emilia García, somos sumergidos en un archivo visual que nos la revela como una pionera del cine porno. Juliana opera como una arqueóloga de mitos y de imágenes. Intuye que los monstruos son un archivo simbólico de la humanidad y que ir hacia ese repertorio cultural nos puede ofrecer claves para entender lo que tememos y deseamos. En La noche del minotauro se liberan las potencias reprimidas que emergen cuando nos acercamos a nuestro borde vegetal y animal.

Por Pedro Adrián Zuluaga