La máquina ojo, su forma, sus nublados y borrosos destellos. La luz tenue de la neblina en el cielo. Juan Sebastián Sisa filma un cortometraje en donde los encuentros van más allá de la misma mirada, uniendo el entorno social, la memoria propia y colectiva, junto a un terreno que no para de compartir su verdad. En A dónde van los pájaros cuando llueve ahonda en la mirada a la historia, la íntima, la que no se despega, la que puede y permite conocerse desde adentro. Desde la tierra donde la mirada natural no alcanza, las fuerzas físicas contemplan la insuficiencia. Aunque así débiles, escarbamos y encontramos un lugar donde lo nublado por instantes toma forma, elimina la incertidumbre y nos deja en la mitad del bosque junto a los nombres de quienes deberían acompañarnos. Así, el examen a la mirada del realizador retorna a una pregunta, ¿por qué la masacre siembra su veneno en este lugar?

Por Andrés Felipe Álvarez González