¿Cuánto tarda mantener una vida común? En enero de 2018, un colectivo eco-activista francés consiguió, tras varios años de acción política, impedir la construcción de un aeropuerto en Notre-Dame-des-Landes, creando —en el proceso de movilización— la ZAD (zona a defender). Años después de ese logro, Guillaume Cailleau y Ben Russell se adentraron en la comuna que siguió existiendo como un espacio de autogestión a pesar de continuas órdenes de evacuación y ataques represivos. Conviviendo en la ZAD durante periodos intermitentes a lo largo de varios meses, los cineastas construyen un retrato cinematográfico del movimiento desde su cotidianidad. Direct Action vincula al espectador a otra temporalidad de la acción política, a través de la observación radical —pocos planos, ausencia de testimonios a cámara, largos e hipnóticos acompañamientos a labores materiales—, quizás también como una resistencia al imaginario cinematográfico de la acción y la lucha social centrado en la inmediatez del enfrentamiento y la épica de la victoria. Sin omitir la estrategia y la confrontación física, parte de la defensa territorial en la vida activista, la película se detiene en otras formas de acción ligadas al mantenimiento y la microeconomía comunal. Ante la pregunta por una vida posible contraria al sistema capitalista, la película advierte lo que comunidades no industrializadas vienen defendiendo durante siglos: restituir el trabajo material, recuperar el tiempo, construir una cotidianidad común.

Por Juliana Arana