¿Qué es lo documental? ¿Un lenguaje, una economía, una tradición? En esta franja especial de la 26 MIDBO, proponemos otra posibilidad: lo documental es un gesto que puede aparecer en cualquier película interesada intensamente por los cuerpos, las voces, los lugares y las cosas de la realidad. Es el cine mismo cuando está volcado a cumplir una de sus vocaciones iniciales: la del registro. Y con las derivas ensayísticas del cine documental, lo documental es también la reflexión sobre ese registro, la autoconciencia sobre el medio de expresión cinematográfico. Hoy celebramos la inocencia de las primeras imágenes de cine porque somos conscientes de que es irrecuperable.

En el cine colombiano, las tradiciones de la ficción y el documental encontraron puntos de confluencia en la atención a realidades sociales como la violencia o la pobreza, y en el interés por el territorio y quienes lo habitan. El cine colombiano de ficción, en las últimas décadas, nos acostumbró a un estilo documental con escenas en las que predominó una impresión de realidad. Esto se da, principalmente, por unos modos de producción y filmación que privilegian a actores no profesionales (algunos de ellos vinculados de forma directa con los lugares en los que se filma) y al tipo de locaciones escogidas. Pepos (1983), la película de culto de Jorge Aldana, es una muestra de estos procedimientos y por eso —entre otras razones— proponemos incorporarla también a la tradición de nuestro cine documental.

En Small Hours of the Night, un dispositivo ficcional —el espacio en el que sucede un interrogatorio— sirve como lugar de emergencia para que salgan a la luz los traumas de la historia de Singapur. El archivo, comúnmente asociado a la prueba o la verificación, se pone en escena o se dramatiza. Ficción y documental se entrelazan y cooperan, pues lo que importa es el trazo de verdad que deja un gesto, la huella de este gesto en la realidad. Lo documental es quizá una forma que tiene el cine de estar presente en la realidad y, con esa presencia, modificar lo real.  

Pedro Adrián Zuluaga