Nuestra relación con el entorno inmediato está marcada por espacios delimitados por muros, edificios, calles y ruinas; estructuras que no solo guían nuestros pasos, sino que también moldean nuestra conexión emocional con el paisaje. En este sentido, el programa cinematográfico Arquitecturas se presenta como un campo de reflexión sobre la metamorfosis de nuestras interacciones con el entorno y el diálogo que mantenemos con la materia que nos rodea. 

A través de obras que exploran las islas de Chipre y Cuba, se revela cómo la relación con la ciudad y su periferia articula una narrativa colectiva. Este relato no solo evoca el pasado político de estos espacios, sino que también da cuenta del devenir de sociedades atrapadas en procesos de transformación y conflicto. Aquí, la arquitectura se convierte en un síntoma, una manifestación tangible de las estructuras sociales, económicas y de poder que nos configuran y nos definen.

En Este horizonte es el fin de Guido Wertheimer y Ana Iramain, la isla de Chipre aparece como un enigma, un territorio fragmentado que palpita bajo la presión de un conflicto latente. La división de la isla no es meramente geográfica; es un reflejo de tensiones profundas que también configuran la vida cotidiana. En contraste, Bien inmueble de Emanuel Giraldo Betancur, nos enfrenta al impacto del capitalismo en la intimidad, visibilizando la venta de propiedades en Cuba, un país que prohibió esta práctica durante más de medio siglo. Ambas obras examinan la complejidad inherente a las transformaciones materiales en tiempos de crisis, resaltando el desgarro entre lo pasado y lo presente.

Amanecer, de Martina Sáez Savi, se centra en la representación de la melancolía a través de un estudio anatómico del Pabellón Alemán en Barcelona, contemplado como una “ruina de lo que nunca fue”, manifestando así una promesa fallida. Finalmente, Architecton, de Victor Kossakovsky, nos confronta con el diálogo entre ruinas antiguas y modernas desnudando las cicatrices de tragedias recientes, como la guerra en Ucrania y el terremoto de Turquía en 2023. Esta obra es una exploración crítica que conecta la historia arquitectónica con la crisis ambiental, presentando los materiales como protagonistas de un lenguaje visual que exige un replanteamiento urgente de nuestra relación con el entorno.

Como sugiere Kossakovsky, la problemática de esta relación no reside únicamente en la forma arquitectural, sino en la materia misma. La madera, el fuego, la arena, la piedra y, sobre todo, el concreto se sitúan en el centro de las obras. Esta materia; observada, retratada y estudiada por el cine, no solo es capaz de generar belleza, evocar ausencias o convertirse en moneda de cambio. En estas películas, encarna la vida misma, la vida que comienza con las piedras.

Por Bíbata Uribe